El Luxemburgo Art Prize es un premio internacional que se celebra anualmente con el fin de descubrir talentos, aficionados o profesionales, de cualquier edad o nacionalidad. El propósito de este premio es dar un impulso a la carrera de artistas desconocidos, brindándoles la oportunidad de exponer en una galería profesional, primero en una exposición de grupo para los finalistas del premio y, después, en una exposición individual para el ganador del Premio.
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En su versión 2016, la organización recibió 292 candidaturas de artistas de todo el mundo. De ellos, sólo 10 finalistas fueron seleccionados, de países como Corea del Sur, Alemania, Rusia, Polonia, Suráfrica, Estados Unidos, Argentina, Francia y Colombia. Por Colombia, participa el joven artista cartagenero José Eduardo Sierra Vega, quien gracias a su talento y excelente trabajo, logró entrar en este selecto grupo de 10 finalistas, quienes realizarán una exposición colectiva en la Galerie Hervé Lancelin, del 17 de septiembre al 29 de octubre de 2016. El ganador, que será anunciado el mismo día de la inauguración de la exposición colectiva, realizará una exposición individual en el año 2017 en la Galerie Hervé Lancelin, en Luxemburgo.
José Eduardo, Maestro de artes plásticas de la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, en la ciudad de Cartagena, se encuentra inscrito en la categoría de “Fotografía”, que es el arte que le ha servido para desarrollar gran parte de su obra, y por la que se encuentra participando en la exposición.
Su inquietud por los problemas sociales, la exclusión, la discriminación, la violencia y la sociedad de consumo, entre otros temas, cuando cursaba sus estudios de artes plásticas, le fue mostrando la senda de lo que sería y contribuiría a las bases de su trabajo artístico.
De esas preocupaciones, surgió su trabajo de grado, “Rejillas antipersonales”, que consistía en un registro fotográfico que le hizo a diversas rejillas que se encuentran en distintas casas de la ciudad de Cartagena de Indias, que a simple vista representan seguridad, pero que tras de ella se vislumbra el miedo, la violencia y la degradación. Y ese aspecto se convertiría en otro de los sellos del trabajo de José Eduardo: la representación y el simbolismo, que serían parte y herramienta fundamentan en la construcción de sus obras y sus series posteriores.
Pero antes de terminar sus estudios, José Eduardo se enfrentaría a una situación que cambiaría, o que transformaría su propio arte, llevándolo a una nueva etapa personal en su desarrollo artístico: el dolor y el desamor. Estas emociones tan fuertes y nuevas, especialmente para un joven que las vive tan intensamente por primera vez, fueron minando en el interior de José un deseo de renovación y de transformación. Dentro de él ya se veía vislumbrando una nueva obra, una escultura que le ayudaría a representar y simbolizar todo aquello que quería exteriorizar, un escudo, una pared y una fortaleza: su propio cuerpo.
Como toda obra en proceso de creación y construcción, José necesitó pulirla a fondo, por lo que empezó a preparar su propio lienzo. El entrenamiento y la preparación de su cuerpo fueron pieza fundamental para esta nueva etapa de su obra. Él mismo iba documentando la transformación que a través de sus propios ojos veía la luz con cada día que pasaba. Y en ese ejercicio constante, aparentemente narcisista, José fue encontrando dentro de sí y fuera de sí, los elementos que le llevarían a la nueva etapa de autorepresentación fotográfica.
Mientras que se encontraba en ese proceso interno de transformación, reconocimiento y autodescubrimiento, José se encontró con la obra de la artista estadounidense Nan Goldin, la reconocida artista, narradora de la escena contracultural de Nueva York de los años 70 y 80, y renovadora de la fotografía documental. Y al tiempo, José empezaría a reconocer sus fuentes de inspiración. Con Goldin, se identificó con su trabajo de representación y auto representación introspectiva, del reflejo de las crisis personales e internas y de la exposición de las calamidades del cuerpo estético, que se enfrentaba con experiencias personales traumáticas, entre ellas, el desamor. Luego, también José encontraría puntos de intersección de su obra, con la obra de artistas representativos como Robert Mapplethorpe, Feliz Gonzales-Torres, entre otros, que tenían en común las semillas del movimiento de la contracultura.
Terminado el lienzo, José Eduardo empezó a crear obras con el uso de la selfie, en donde inició a apropiarse del proceso de auto representación, utilizando objetos y elementos de la vida cotidiana, y tomando de escenario uno de los espacios más íntimos que tienen las personas en sus hogares, y en cualquier sitio: el baño. Aunque a veces no encontraba de primera mano los elementos que le venían a la mente, fue precisamente la ausencia de herramientas y elementos, lo que activó aún más su creatividad e imaginación para encontrar en elementos básicos y de la vida cotidiana, los objetos apropiados para expresar en sus creaciones. Y por supuesto, al mismo tiempo dotarlos de mayor fuerza y potenciar el ejercicio de auto representación y simbolismo.
Según palabras del mismo José Eduardo:
“La utilización de la selfie me acerca al mundo actual, me apropio de éste, desde una posición crítica estética con el fin de abrir una brecha en el espectador y generar una especie de público voyerista. De este modo, esa imagen se convierte en objeto de la obra y de mi diálogo interno, que busca entretejerla, a través de los recuerdos o sentimientos encontrados, en esa lucha que activa las cosas.
Los elementos que componen mis imágenes son símbolos de mi cultura. Además, son un modo de apropiarme de objetos que no poseo, que no puedo conseguir fácilmente; son parte de ese imaginario latente que es frustrado en la medida que no lo puedo concebir tal cual es, mis imágenes son buenos intentos de este imaginario personal en el cual la esencia de mis vivencias y raíces nunca puede estar desarraigada de este acto creativo. Considero que mi obra es la representación, no sujeta a una lectura absoluta, de lo que hace eco en mi mente.
Es la materialización de la relación paradójica que sostengo con el mundo que me rodea.”
En un artículo que ya había dedicado anteriormente al artista, describí su obra como:
“La obra de José Eduardo se ha expuesto y se encuentra en exposición en distintas instituciones culturales, tanto de Cartagena como en distintas ciudades del país, que han observado y apreciado la irreverencia, la creatividad, la propuesta y la osadía de este joven artista, que sin dudas se encuentra realizando algunas de las propuestas más interesantes en el arte local, y que he visto en el arte nacional. Ya que su estilo no responde y no puede reducirse a un solo concepto artístico, sino que es el producto de una mezcla, desde la arquitectura, la artesanía, la escultura, el grabado, el dibujo, etc. lo que vendrían a representar todos los elementos de las artes plásticas en general. Y lo que hace que pueda mezclar tantos elementos, es el material tan maleable, poco explorado y vivo con que José experimenta… que es su propio cuerpo. (…)
Las interpretaciones que pueden generar sus obras a los espectadores, son tan variadas como cada observador; y esa es parte de la intención del artista… al menos es lo que yo creo. Que además del impacto que pueda generar en su primera impresión, también sirva de espejo, y que independiente de la reacción inmediata que tengan las personas al enfrentarse con una de sus obras, el objetivo del artista siempre se cumple… y no es otro que generar una reacción y un impulso de ese otro cuerpo, que si se le da la oportunidad, puede dialogar abiertamente con el de la artista, y apreciar un poco más el contexto de lo que quiere trasmitir… o quizás la intención no es otra, que el reconocimiento y el diálogo entre cuerpos.”
Pueden leer el artículo completo en el siguiente enlace: La obra de José Eduardo Sierra Vega o “El cuerpo como instrumento de expresión artística y social”.
Y en su más reciente trabajo, que él mismo ha nombrado “Sin título”, aunque no tenga título, la obra habla por sí sola. Y me ha gustado especialmente, porque muestra un crecimiento y una madurez de José como artista, en la conjunción de los elementos con mayor armonía, de la mayor fundición de su cuerpo como elemento maleable y transfigurable, y un reforzamiento en los elementos dominantes en cada pieza, entre otros detalles.
De lo que si no tengo dudas, es que apenas estamos siendo testigos de las primeras etapas de la carrera artística de este joven y talentoso artista local, que finalmente ha alcanzado eco en el panorama internacional, donde sin dudas pronto se le dará a conocer, y su talento saldrá a flote con mayor fuerza y libertad. Por lo pronto, celebramos el gran logro que ya representa participar en esta selecta exposición, con varios de los artistas jóvenes más importantes en el mundo.
El anterior artículo fue publicado originalmente en el blog personal del autor, asbvirtualinfo.blogspot.com.co, con el título El artista José Eduardo Sierra Vega en el Luxembourg Art Prize.