Sergio Gutiérrez Negrón nació en Caguas, Puerto Rico, tiene 31 años y una columna en el periódico Nuevo Día. Estudió periodismo y un doctorado en literatura y cultura latinoamericana. Ha publicado dos novelas, Palacio (2011) que fue finalista del premio PEN club y Dicen que los dormidos (2014), ganadora del premio nacional de novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña. En el 2015, recibió la distinción Nuevas Voces del Festival de la Palabra, premio que le entregan a un escritor joven prometedor de Puerto Rico. Este año fue incluido dentro del listado Bogotá 39, en el cual se eligen a los mejores escritores menores de 40 años de toda Latinoamérica, y se les abre un espacio en Hay Festival.

Sergio Gutierrez Negron

En el marco del Hay Festival 2018, Sergio hizo parte del panel Escritura Desplazada, en el salón Rey de la Casa de Cooperación Española en el Centro Histórico de Cartagena, junto a Samanta Schweblin, Carlos Fonseca y Gonzalo Eltesch, también seleccionados dentro de la lista Bogota 39. Conversaron sobre la influencia que ha tenido en ellos estar lejos de sus lugares de origen a la hora de escribir. Al finalizar el evento, pude conversar con él, para Cabeza de Gato, sobre sus obsesiones, nuevos proyectos, Cagua y otros temas.

¿Qué significó para ti estar en la lista de Bogotá 39?

Sí, la lista, yo creo que es una invitación a la lectura, ¿verdad? Tanto para el público como para nosotros. Algunos de nosotros nos habíamos leído, pero no todos, y así uno va leyendo y va buscando líneas de comunicación y líneas de fuga. Tú dices, esta persona toca esto similar a mí y al mismo tiempo tiene esta otra cosa que no, ¿verdad? A mí lo que más me ha interesado de leer a mis compañeros ha sido ver esas líneas de fuga. Ver dónde no nos parecemos. Donde nos rompemos.

¿Cuál es tu obsesión en este momento? ¿Crees que ya encontraste sobre qué quieres escribir?

Yo ahora mismo estoy interesado en este proyecto en el que estoy trabajando, una novela que terminé y que no ha salido todavía y la que estoy escribiendo. Son estas novelas relativamente realistas que se enfocan en un momento de la historia de Puerto Rico, que sería los años noventa y el principio de los dos mil. Y la forma de tratarlo, cómo lo estoy tratando, es como si fuera un período histórico, ¿verdad? Me gusta decir que es una novela histórica, aunque pase entre el noventa y el dos mil quince.  Y quizás ese chiste de que es una novela histórica tiene más relevancia ahora después del huracán, porque Puerto Rico no va a volver a ser el mismo. Así que sí, es una novela histórica, y estoy enfocado en tratar los noventa como una época perdida de la historia y la literatura puertorriqueña.

Luego de una tragedia como la ocurrida en Puerto Rico ¿Cómo puede el arte, en este caso la literatura, ayudar a sanar a un país?

Yo creo que el arte no puede hacer nada material en el momento de la reconstrucción. En el momento de la reconstrucción, les toca a las personas. Pero el arte es una buena forma de pensar lo sucedido, una forma de ver la realidad, de entender lo que pasó y pensarlo, ¿verdad? Y eso es tan útil, aunque es a posteriori, Es tan útil como lo que se hace en el momento. Para mí la literatura nunca trabaja en el presente, siempre necesita un break, necesita un momento para hacer lo que hace. La lectura es lenta y yo creo que la escritura es lenta. Así que la literatura ayuda a reflexionar y también a imaginar lo posible a partir de la catástrofe, de la situación que pasó.

¿Cómo influye el contexto de Cagua y Puerto Rico en tu literatura?

Actualmente y precisamente porque estas novelas están bastante ancladas en el tiempo y el espacio, son novelas que están intentando bregar con el espacio cagüeño. Un pueblo que no es tan histórico como otros: Ponce, San Juan, Caparra. Es un pueblo rural, urbanizado de una forma mala. Pero en cierto modo, para mí, representa lo que pasó en Puerto Rico en los pasados cincuenta años. Así que yo estoy ahora mismo también pensado Cagua y escribiendo Cagua. Es un proyecto casi regionalista que quiero hacer.

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Dice Nabokov que el escritor es un embaucador. Te pregunto entonces, ¿te sientes un embaucador cuando escribes?

No sé, yo cuando escribo me siento como un farsante, ¿verdad? Precisamente porque vivo en Estado Unidos y publico en Puerto Rico. Mis relatos son sobre Puerto Rico. Entonces tengo una distancia muy grande con respecto a la literatura como experiencia vivida. Así que siempre me siento así, ¿verdad?, como un aspirante. La literatura es siempre un juego entre la imagen o la idea que el lector tiene del escritor y el escritor mismo que suele ser una persona bastante insegura.

En estos días un taxista me preguntó cómo era la vida del escritor y no supe responderle. Si te traslado la pregunta ¿qué le dirías? ¿Cómo es la vida del escritor?

Yo le diría que casi nadie es escritor durante su día a día. Mucha gente escribe y parecía ser escritor solo cuando está presentado el libro, cuando está hablando en una mesa, ¿verdad? Yo no sé si los escritores existen, o si existe la vida del escritor. Mucha gente escribe en su día a día, pero son muchas otras cosas. Son parte de una comunidad, son pareja, son gente con trabajos. Así que la vida del escritor es como cualquier otra vida, pero con la presión y la ansiedad constante de tener que estar escribiendo.

Eres profesor, también tienes una columna y un blog, ¿cómo juntas todas esas cosas?

Al principio yo tenía como una tensión, que más o menos estoy resolviendo ahora, entre la parte académica, dar clases, y la literatura. Pero en cierto modo lo que ha pasado ahora, últimamente, es que la parte pedagógica, la universidad, la academia, me ha servido de laboratorio, ¿verdad? Me obliga a leer, me obliga a pensar. Y aunque todo no se transfiera a la literatura, al menos sí es un espacio de reflexión.

¿Qué tanto conoces de la literatura colombiana?

Mi esposa es colombiana, así que conozco mucho de literatura colombiana. Últimamente he leído bastante a Evelio Rosero. Y he leído mucha gente contemporánea. De repente se me van los nombres porque soy malo diciéndote quiénes son mis favoritos y quiénes estoy leyendo más. Pero sí, mucha gente contemporánea.

Recomiéndanos tres autores de Puerto Rico de que deberíamos leer.

Un autor que se mueve muy bien en Colombia y que es de los autores más importantes de los pasados veinte años es Luis Negrón. “Mundo cruel” se llama un libro de cuentos. Un libro de los ochenta que para mí es una de las mejores novelas puertorriqueña, se llama “Felices días, tío Sergio” de Magali García Ramis. Y el tercero, interesante, no sabría decirte. Estoy intentando escoger, pero es que tenemos tantos poetas buenos. Una poeta que me gusta mucho es Mara Pastor. Que es una gran poeta puertorriqueña.

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