Para celebrar su cumpleaños número 20, Lorde ha escrito en su Facebook una interesante oda a sus años adolescentes, a lo que significa para ella abandonar esta etapa en la que encontró tanta inspiración y de cómo se siente comenzar a ser una persona adulta.

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Mañana cumpliré 20 años y durante los últimos días es lo único en lo que he podido pensar. Camino por la ciudad, paso por el parque, por la tienda de comida saludable, bajo al metro y siento que esta nueva edad está ahí frente a mí como uno de esos globos de cumpleaños inflados con helio que siempre están elevados. ¿Será que la gente que me ve puede darse cuenta del tránsito que estoy a punto de hacer? En el metro me fijo en los chicos a los que me gustaría besar, en las chicas a las que me gustaría abrazar y me pregunto, ¿ustedes me ven?

Estoy sentada en la cama comiendo frambuesas, con ganas de ver The Crown, pensando que probablemente debería haber escrito algo mejor que esto hace mucho tiempo. Sin embargo, tengo la cabeza tan llena de letras y ritmos por estos días, que esto es lo que mejor me ha salido. Aun así, por alguna razón, siento que es muy importante escribirlo.

Tenía 16 años cuando la mayoría de ustedes y yo nos conocimos. ¿Pueden creerlo? Me río pensando ahora acerca de la que era yo en ese entonces, esa diosa brillante e idiota, princesa de sus calles de infancia, hecha a mano, fea y segura de sí misma.

Toda la vida he estado obsesionada con la adolescencia, embriagada de ella. Incluso cuando era niña, sabía que los adolescentes despedían cierta chispa. Sabía que ellos conocían algo que los niños todavía no y que los adultos terminaban olvidando.

Desde que tenía 13 años dediqué mi vida a construir este gigante museo de la adolescencia, mausoleo, quizá, obedientemente escribiendo cada momento, recitándolo una y otra vez como si se tratara de alguna especie de folklore. Y ahora ya no hay más (!!!!!!!!!!!!!!) (*Inserte ese emoticón que parece que se está comiendo su propia cara de preocupación y también ese con las gafas de sol y quizá también el del popó*)

Y yo sé, ¡yo sé! Vendrán cosas diferentes. Cosas igual de buenas, incluso mejores, sólo que de maneras diferentes. Siendo honesta conmigo misma, de alguna manera dejé de sentirme como una adolescente hace mucho rato.

A veces, durante este último año o un poco más, sentía que parte de mí ya había hecho el tránsito. En primer lugar, tomé la decisión consciente de abstraerme de la vida pública. No me han arreglado el pelo o maquillado en un año, las bolsas de obsequios dejaron de llegar y los paparazzi en el aeropuerto están casi siempre ahí por alguien más. Y déjenme decirles, por más que me guste ser de las que hacen el ciclo completo de hacer ruido para promover un álbum, he disfrutado mucho este tiempo. (De vez en cuando alguien me reconoce en la calle, uno de ustedes, casi sin aliento, toma mi mano, temblando y hablando aceleradamente y yo siento ese SHOCK amoroso).

Me he refugiado en mis amigos, en mi familia, en este momento, para poder aprender más acerca de quién soy y para permitir que este nuevo proyecto se me presentara. Y Dios, fue un año colosal. Uno para el recuerdo. He podido aproximarme a todas mis emociones de la mejor manera posible, los colores de las cosas todavía duelen detrás de los ojos como una especie de resaca ante tantas bendiciones.

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Me rompieron el corazón, me mudé de mi casa a la ciudad, hice nuevos amigos, y empecé a darme cuenta de que nadie es totalmente bueno o malo, que todo el mundo es ambas cosas. Empecé a descubrir en un modo profundo, asustador y doloroso, quién era yo cuando estaba sola, qué hacía cuando me dedicaba a hacer cosas sólo para mí. Fui imprudente, sin gracia, aterradora y tierna. Me he ido de parranda y me he sentado en restaurantes hasta la madrugada, aprendiendo cómo es ser un adulto, incluso bebiendo como un adulto a veces, hasta que me pillaba a mí misma en esas. Todo lo que quería hacer era bailar, hablar en susurros y dejar que mis ojos se maravillaran en la traba y por primera vez sentí este poder interior, íntimo y del tamaño de un imperio.

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Y luego escribí un disco acerca de ello, con muchos más detalles de los que he contado aquí y estoy en Nueva York terminándolo. Mañana ya no seré una niña y cada vez más me doy cuenta de que la rareza de todos esos globos de cumpleaños que reciba se sentirá bien.

Escribir Pure Heroine fue mi manera de consagrar la gloria de nuestra adolescencia, iluminándola para siempre, de manera que esa parte de mí nunca muriera. Entonces, este nuevo disco, bueno, es acerca de lo que viene después.

Lo único que quisiera ahora sería revelarlo todo. Quisiera mostrarles la portada del álbum, compartirles las letras (las mejores que he escrito en mi vida), que pudieran tener ya el merchandasing y tener la experiencia del show en vivo. Casi no puedo parar de escribir el nombre del álbum una y otra vez, pero sólo necesito seguir trabajando un poco más para lograr que sea tan bueno como debe ser. Tendrán que esperar. El gran día no será mañana, ni siquiera el próximo mes, pero será pronto. Sé que me entienden.

¡¡¡Oh por Dios, es media noche!!! ¡¡¡¡¡Jueputa, tengo 20 años!!!!! Y mi perfecto hermano menor, Angelo, ¡¡cumple 15!! Feliz cumpleaños, muchacho. Siento que tu hermana sea tan rara y emocional en público todo el tiempo.

Lo que trato de decir es: este es un cumpleaños especial. La fiesta está a punto de empezar. Estoy a punto de mostrarles mi nuevo mundo.

Con amor para siempre,

L

Traducido por Cabeza de Gato. Lea el texto original aquí: