Después de casi cinco años viviendo en Munich, acostumbrado ya a los inviernos largos y fríos, a la seriedad y poca espontaneidad de su gente, después de cambiar en gran parte mis hábitos alimenticios (de cenar arroz de coco con pescado frito, pasé al Knödel con Schweinebraten) y principalmente después de pasar de vivir tan cerca del mar, a estar rodeado de montañas, he empezado a notar que pese a las diferencias enormes, hay aspectos en los que Múnich se parece a mi natal Cartagena de Indias.
A continuación les enumeraré las 5 cosas en las que estas dos ciudades tan distantes y distintas se parecen:
1. La temperatura
Cuando vivía en Cartagena, por lo que observaba en televisión o películas, siempre relacioné a las ciudades europeas con temperaturas frías y postales de nieve, la verdad nunca imaginé que sus veranos fueran tan calurosos como la temperatura que comúnmente reina en Cartagena. En el verano de Múnich nunca llueve; si por casualidad caen algunas gotas, desaparecen en unos cuantos minutos, después de lo cual el sol vuelve a imponerse. Con una temperatura promedio de 30°, las personas aprovechan para estar siempre en la calle, en las terrazas, pasear junto al río, hacer asados, tomar cervezas, hacer fiestas al aire libre, en fin, disfrutar del regalo del verano, que aquí sólo dura 3 meses y en Cartagena todo el año.
2. La agenda religiosa
Desde que llegué a Múnich me causó curiosidad que la ciudad y en general el estado de Baviera fuera tan católico. Acá se celebran casi los mismos días festivos religiosos que en Colombia, por ejemplo, la asunción de la Virgen, el Corpus Cristi, la Ascensión de Jesús, sólo por mencionar algunos. Acá, como en Cartagena y Colombia en general, la actividad comercial varía dependiendo de las celebraciones de la iglesia católica. En Múnich es raro encontrar una tienda o un supermercado abierto los domingos, porque es el día para dar gracias a Dios. Si bien hay bastante ateísmo, sobre todo en las nuevas generaciones, para muchas personas es importante ir a misa y participar de los actos religiosos.
3. La comida
Aunque Múnich y Cartagena no comparten platos iguales, ni siquiera parecidos, la forma de cocinar y los alimentos con los que se arman las comidas puede parecerse un poco. Mucho carbohidrato, mucha carne roja frita y también mucha variedad de dulces. En el Oktoberfest he visto un montón de pequeños locales que ofrecen gran variedad de dulces típicos de la región; diferentes clases de chocolate, chocolates rellenos con frutos secos, alcohol y cosas por el estilo, que se elaboran de forma artesanal en la región de Baviera. Así mismo, acá son usuales esas combinaciones extrañas de dulce y salado como las que se dan en Cartagena y en Colombia. Sólo que en lugar de bocadillo con queso, acá hay postres como chocolate y banano o chocolate y manzana. Creo si todos los locales que ofrecen estas delicias en el Oktoberfest se agruparan en un solo sector permanente de Múnich, sería un lugar muy parecido al Portal de los dulces en Cartagena.
4. La playa
Isar es el río que atraviesa Múnich de norte a sur y es uno de los orgullos de los muniquenses. Al tratarse de un río y no de un mar, no sabía de qué me hablaban cuando me decían que en verano tenía que ir a la playa. Luego descubrí que en la Isar, lo digo en femenino porque así se dice en alemán, “die Isar”, durante el verano, las porciones de tierra junto al río lucen igual que cualquier playa de Cartagena. La gente tomando el sol, bronceándose, haciendo asados, tomando cervezas entre amigos, escuchando música, muchos practicando deportes y, por supuesto, muchos bañándose en el río, aprovechando la temperatura agradable en la que se acondiciona en verano. Aunque Múnich quede lejos del mar, en verano, el plan es el mismo que el de los fines de semana en Cartagena, ir a relajarse a la playita.
5. El acento
Así como en Cartagena y en general en todo el Caribe colombiano las personas tienen un acento distinto con relación al resto del país, en Múnich se habla un tipo de alemán con matices propios de la región. Se trata del Bairisch, un acento y dialecto que para habitantes de otras regiones y ciudades de Alemania es realmente incomprensible. Tal como el cartageñol, el Bairisch cuenta con palabras propias y expresiones que sólo se escuchan y entienden en Múnich, lo que creo que enriquece cultural y lingüísticamente a esta ciudad, a la manera en la que esas palabras que sólo usamos y entendemos los cartageneros enriquecen el español que se habla en Colombia.