Si bien cada persona puede educar a sus hijos como mejor le parezca, también es cierto que hay actitudes que objetivamente pueden ser catalogadas como imprudentes. Un ejemplo de educación con posibles efectos nocivos para los más pequeños es definitivamente incentivarlos desde edades muy tempranas a involucrase en el mundo del consumismo y la sobreexposición en redes sociales.
Cada día toma más fuerza la tendencia iniciada en Instagram, según la cual los padres de niños y niñas, en la mayoría de los casos menores de cinco años, les visten con ropa de marca o diseñador y les hacen lucir exagerados accesorios y cortes de cabello. Estos niños son retratados y sus fotos subidas a internet, para que reciban alabanzas por su apariencia, en una dinámica en la que el único objetivo es que el padre obtenga validación social y económica pública, aprovechándose de la imagen de su hijo.
El perfil de Instagram Fashionkids cuenta a la fecha con 3.5 millones de seguidores y más de 5.000 publicaciones, en las que aparecen niños y niñas, retratados con pintas que resultan extravagantes para sus edades. Algunos de estos menores han sido catalogados como referentes de moda y son patrocinados por marcas que ven en sus perfiles de redes sociales la mejor plataforma para promocionar sus productos. Nombres como Alonso Mateo o los gemelos Daniel y Michael Flora, son los que primero aparecen en Google al buscar niños fashion, al tiempo que lideran las listas que algunos portales han hecho de los infantes con más estilo del mundo.
¿Hasta qué punto de superficialidad pueden llegar unos padres, para que a tan temprana edad sometan a sus hijos a semejante exposición mediática y a generarles tantas preocupaciones ajenas a su edad? En lugar de permitirles disfrutar de los juegos y el aprendizaje propios de la infancia, a estos niños se les obliga a involucrarse en el la moda, el consumismo, el estatus de celebridad y la presión de unos seguidores. Muchas de estas fotos no son casuales, ni tomadas con un celular, sino el resultado de constantes y repetitivas sesiones de fotografía, en las que los niños son puesto bajo luces profesionales y sometidos a múltiples cambios de vestuario y maquillaje.
Basta fijarse en algunas de las fotos de estos fashionistas infantiles para advertir que por voluntad de un adulto, sean sus padres o sus patrocinadores, sus pequeños cuerpos se han convertido en un objeto comercial.
Basta fijarse en algunas de las fotos de estos fashionistas infantiles para advertir que por voluntad de un adulto, sean sus padres o sus patrocinadores, sus pequeños cuerpos se han convertido en un objeto comercial
Especialistas en sicología infantil coinciden al expresar que esta práctica de fashionismo en los niños puede generar efectos nocivos en el desarrollo de la personalidad y comportamiento de los menores, como convertirlos en personas con baja tolerancia a la frustración, los errores y los límites.
Va en aumento el número de padres en el mundo que pretenden emular con sus hijos lo que han visto en redes sociales. Es así como cada vez es más común encontrar líneas infantiles en tiendas de ropa de marcas que tradicionalmente han enfocado sus prendas en tallas para adultos. De hecho, las prendas que venden estas tiendas como ropa para niños no son más que versiones miniatura de las pintas para los mayores. En lugar de diseñar atuendos casuales para niños, lo que les ofrecen son prácticamente disfraces.
¿Qué necesidad hay de que un niño malgaste su infancia preocupado por lo que se va a poner, cómo se ve e incluso cómo luce en las fotos y anhelando la aprobación de sus seguidores en redes sociales? Definitivamente el fashionismo infantil es una tendencia en la que fijarse con cuidado. El consejo para los padres es que analicen muy bien los efectos nocivos que esta exageración en la manera de vestir y la exposición mediática pueden acarrear para sus hijos, para no caer en la tentación de convertirlos en una versión miniatura y extraña de un adulto superficial, sólo porque es la última moda.
Alonso Mateo
Alonso Mateo
@fashionkids
