Nos encontramos en la época del amor líquido al que se refiere Zygmunt Bauman, esa donde los vínculos humanos, más exactamente las relaciones personales, no tienen la importancia que deberían, dónde han perdido la fragilidad que solían tener, donde la inseguridad reina en las relaciones y se tiene cierto impulso de estrechar los lazos, pero a la vez, la necesidad de mantenerlos flojos para poder soltarlos en cualquier momento, donde ya no existe esa unión verdadera que generaba la seguridad de tener a alguien con quien contar en los buenos y malos momentos, donde las relaciones son una bendición a medias, pues están entre la dulzura de un sueño y la crueldad de una pesadilla. (Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos)
En esta oportunidad quise desentrañar y entender más este tema de los vínculos humanos, por lo que decidí conversar con mi abuela, Candelaria Teherán, de 81 años de edad y quien proviene de San Onofre – Sucre; ella es ama de casa, esposa, madre de seis hijos y abuela de trece nietos, entre esos yo. En el curso de nuestro encuentro siempre hizo énfasis en que las relaciones interpersonales actuales deben ser transformadas e hizo un llamado al verdadero amor.
La magia de un amor bien construido
El tema que prevaleció en nuestra conversación fue el de las relaciones afectivas, Mami Cande, como es llamada cariñosamente por nosotros sus nietos, con lágrimas en los ojos, me contó cómo se conoció con su esposo Antonio Pineda “Papi Toño”.
Contaba que se conocieron en Ovejas – Sucre, en la calle, cuando ambos se dirigían a sus hogares cargando potes llenos de leche para sus familias, él la ayudó a cargar los potes y la acompañó hasta su casa; a partir de allí comenzaron a hablar, a conocerse y a compartir, hasta enamorarse.
Son muchas las anécdotas que tienen de su época de novios, como la caída que ambos sufrieron en un palo de ciruelas, donde se subieron a darse besos escondidos. Tal aventura les costó regaños y varios días en el hospital; a Mami Cande, una operación en la rodilla derecha.
Teniendo él 19 años de edad y ella 18, decidieron irse a vivir juntos a Barranquilla, donde ambos consiguieron trabajo como jardineros en la casa de una familia adinerada en el norte de la ciudad. Fue así como comenzaron a edificar su hogar que pronto creció y que hasta hoy, se mantiene fuerte, unido, lleno de amor y con la satisfacción de haber hecho las cosas bien, de poder sacar adelante a sus hijos y estar disfrutando de sus nietos. (Te puede interesar: La historia de nuestro amor)
“Las parejas de hoy no se toman el trabajo de conocerse, no le dan importancia a los compromisos, es por eso que los matrimonios actualmente no duran. Yo veo que Antonio y yo ya llevamos más de 60 años de casados, contra viento y marea, porque todo matrimonio tiene sus diferencias”, expresa Mami Cande. Lo cual me lleva a cuestionarme acerca de si todo pasado fue mejor y a concluir que, efectivamente, son las trayectorias de vida, las que nos llevan a construir las mejores historias.
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