A raíz de la aprobación del matrimonio igualitario en Colombia, la semana pasada publicamos la primera parte de estos apuntes en torno al matrimonio (Lea la primera parte aquí), en los que de la mano de grandes pensadores y artistas, reflexionamos acerca del porqué lo difícil viene después del “sí, acepto”.

A continuación, les invitamos a disfrutar y a pensar con esta segunda parte.

VIII

Decía Oscar Wilde que “el matrimonio es el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia”. Quizá se refería a que en realidad las personas no se detienen a reparar en las implicaciones de la institución y se convencen de que es un estilo de vida que se acomoda a todo el mundo. Gana la imaginación sobre el intelecto, cuando una persona inmadura emocionalmente, sin capacidad para perdurar en el amor, se convence de que podrá cumplir con las exigencias del matrimonio. Para quienes se casan por amor es entendible, porque confían en que ese amor durará para siempre o al menos por mucho tiempo, sin embargo, más valdría que, a pesar del amor, reflexionaran acerca de lo que decía Ambrose Bierce: “El amor es un tipo de locura temporal que se cura con el matrimonio”.

IX

La escritora canadiense Margaret Atwood hace eco a lo anterior, cuando menciona: “Lo anhelé. Lo conseguí. Mierda”. Muchas personas dejan de anhelar lo que no tienen cuando lo consiguen. Y eso es el matrimonio para muchas personas, el logro de conseguir a alguien y la pérdida de la emoción de la conquista. Esa pérdida de la emoción, la rutina y la sensación de cautiverio que supone en muchos casos el matrimonio, hace que una pareja termine por no soportarse, tal como lo corroboró Winston Churchill cuando dijo que su esposa y él solían desayunar juntos todas las mañanas, pero dejaron de hacerlo porque si no su matrimonio habría tenido que terminar.

X

Ese no soportarse en la rutina suele reflejarse en la cama y es así como muchos matrimonios permanecen juntos pese a no llevar una vida sexual activa; no en vano Voltaire decía que “Dios creó el sexo y los curas el matrimonio”. Es decir, algo tendrá que ver el matrimonio con el celibato.

XI

Ahora, que eventualmente haya que darlo por terminado no quiere decir que un matrimonio no haya sido un éxito. Decía el autor americano John Updike que todas las cosas en este mundo tienen fin, y que el hecho de que solo sea temporal no basta para invalidar el matrimonio, si fuera así, según él, nada real sería exitoso. Y qué fortuna que vivamos en un mundo en el que existe el divorcio, una figura a la que cada vez más personas pueden acceder, sobre todo las mujeres, quienes por siglos no contaron con la independencia económica o incluso con el aval social para elegirlo, obligándose a permanecer en matrimonios insatisfactorios. Es así como Sylvia Plath alguna vez dijo: “Comencé a sentir que tal vez era cierto que cuando te casabas y tenías hijos, era como si te lavaran el cerebro, después de lo cual actúas tan sometida como un esclavo en una dictadura”.

XII

Para que un matrimonio funcione y perdure deben conjugarse muchos aspectos. Friedrich Nietzsche decía que “no es la falta de amor, sino la falta de amistad, lo que hace a un matrimonio infeliz”. Este gran filósofo también decía que “antes de casarse, era necesario preguntarse si uno cree que será capaz de conversar bien con esa pareja hasta que sean viejos, porque aparte de la buena conversación, todo lo demás en el matrimonio es transitorio”.

XIII

Para que el “sí, acepto” no se convierta en el “me resigno, “me someto” o “renuncio a” y más bien sea un “elijo”, un “deseo”, es necesario saber que lo de “para toda la vida” es tan relativo como relativa la duración del amor. Y para que el amor dure se requiere trabajo, constancia, dedicación, creatividad, la felicidad no sucede por sí sola después del “sí, acepto”. Así que, incluso el matrimonio puede intentarse varias veces, porque como decía la actriz Zsa Zsa Gabor, “una chica debe casarse por amor y seguir casándose hasta que lo encuentre”.

XIV

Antes de optar por el matrimonio es necesario analizar todo lo que él implica y preguntarse uno mismo si en verdad estará a la altura de sus exigencias, siendo una de ellas la que menciona Malcolm Bradbury como el secreto para un matrimonio exitoso: “Saber que es necesario enamorarse varias veces de la misma persona”. Si la decisión, a pesar de todo es casarse, hágalo, arriésguese, pero comprométase a meterle la ficha. Como decía Sócrates: “Cásese, si consigue una buena pareja, será feliz; si consigue una mala, se convertirá en un gran filósofo”.