La vida, un misterio en sí misma, está constituida por una serie de misterios en cuya experiencia encontramos razones para agradecer el maravilloso regalo de estar vivos. Basta que algo carezca de explicación para que se vuelva más interesante. La necesidad por experimentarlo una y otra vez con la esperanza de descifrarlo, hace que un misterio se convierta en el objeto predilecto de nuestra curiosidad insaciable.

Los sueños

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Pensemos en los sueños, esa secuencia de hechos que percibimos como reales mientras dormimos, son todavía una parte de nuestra humanidad que no comprendemos del todo. Los sueños nos acompañan cada noche con sus tramas a veces absurdas, placenteras, otras hasta terroríficas y en algunos casos proféticas. Los sueños están ahí como una manifestación de nuestro ser que no responde a la voluntad, al menos no a la que ejercemos durante la vigilia. Si bien existen tratados desde científicos hasta esotéricos acerca de su causa y significado, los sueños continúan siendo uno de los misterios de la vida que nos cautivan y asombran.

La amistad

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Te has preguntado alguna vez qué hace que dos personas completamente desconocidas, de repente o con el tiempo, desarrollen entre sí un lazo tan poderoso y duradero, que en ocasiones es más fuerte que el lazo familiar o el de pareja. Es tan fuerte el lazo une a la amistad, que es capaz de resistir la distancia e incluso la inactividad. Quién no se ha reencontrado muchos años después con un viejo amigo y continuado con la relación como si nunca hubieran dejado de verse o hablarse. Hay misterio en ese afecto que nace de la necesidad de compartir vivencias, confiar intimidades o simplemente estar en el mundo junto a seres con los que, sin razón específica y por fortuna, nos identificamos.

La risa

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Otro misterio gozoso de la vida es la risa. Todos los días procuramos entregamos a ella en algún momento, por un motivo u otro y sin embargo no sabemos a ciencia cierta qué es lo que nos la provoca o de dónde viene exactamente. Contraemos el rostro para descubrir los dientes animados por un impulso; cuando es muy fuerte, nos lleva a las carcajadas, cuando es muy intenso, termina en llanto. La risa es una respuesta sonora distinta de las palabras y que en casi todos los casos requiere de un estímulo externo para producirse. Nada más falso que una risa fingida y cuan sanadora es una risa genuina. El poder curativo de la risa ha sido valorado por la ciencia médica y sin embargo aún no puedes ir a la farmacia a comprarte un jarabe de risa. Y mejor que sea así, que la risa se mantenga como una medicina misteriosa en el botiquín de nuestro ser.

El amor

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Y qué decir del amor, la energía que mueve al mundo, el quinto elemento, la goma que mantiene juntas todas las piezas del Universo. Pero qué es, de dónde viene, por qué lo sentimos, dónde queda el amor en el cuerpo cuando estamos enamorados. Quizá en el hecho de ser una presencia que sentimos, que vivimos sin poder señalarla, está el gran poder que ejerce sobre nosotros el amor. Enorme alegría cuando somos capaces de palparlo, gran tristeza cuando lo notamos ausente. Pero el amor nunca está ausente, está en todas partes, lo único que debemos hacer es mejorar nuestra atención para advertirlo en cada rincón. El amor no es solamente el de pareja, es una fuerza interior que nos pone en conjunto con toda la creación. El amor es el misterio de la creación. Un oficio en el que la humanidad todavía debe mejorar, para crecer individual y colectivamente en ese sentimiento, cuyo misterio sin explicación es lo que hace que el mundo siga dando vueltas.

El orgasmo

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Y del amor pasamos al orgasmo, el clímax del pacer sexual, esa cima en la escalera del cuerpo a la que llegamos por cuenta propia o acompañados y que difícilmente podemos describir. Un fugaz instante eterno, que llaman, una petite mort como dicen los franceses, una probadita de eternidad. Nunca sabremos si la manera en que lo sentimos es la misma en que la sienten los demás; cada orgasmo es único como es única cada persona. Un  orgasmo es la liberación de la energía que contenemos y que ofrecemos al mundo en ese instante incomparable de placer, al que siempre queremos volver y después del cual nos sentimos tan relajados, tan en paz, tan beneficiados por la bondad de la vida al habernos premiado con semejante regalo. Y qué bien que pese a los estudios de la medicina y la psicología, la dinámica del orgasmo siga siendo un misterio, es de aquello que es mejor sentir que explicar.

La palabra

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Y así llegamos al lenguaje, específicamente a la palabra, escrita o hablada, quizá la tecnología humana más compleja y gracias a la cual somos capaces de nombrar la vida, comunicar su experiencia y, como si fuera poco, dejar registro de ella. Las palabras son expresiones que buscan semejar la vida, en ese poder radica su misterio. Nadie nos enseña a hablar, aún no hay una teoría que determine cómo lo aprendemos en la infancia. La palabra es lo que definitivamente nos separa de los animales y otras criaturas de la naturaleza. La palabra es nuestra humanidad por excelencia y la madre de todas las expresiones artísticas: la poesía.  La mitología y las teorías evolutivas han intentado explicar su origen, sin embargo la palabra sigue siendo un misterio, aquel que nos sirve para aproximamos a todos los demás.

Que sea nuestra tarea diaria gozarnos en los misterios de la vida, soñemos, riamos, cultivemos la amistad, amemos nuestro ser y el de los demás, tengamos muchos orgasmos y procuremos extender el sentido de esas experiencias a través de las palabras, más que para explicarlo, para gozarnos en su misterio y aumentarlo.