La semana pasada, Kanye West presentó el video para su canción Famous. El clip muestra una cámara de visión nocturna que se pasea sobre 12 réplicas de cera de las personalidades más reconocidas en los medios de comunicación por estos días. Todos aparecen desnudos en una cama junto a Kanye, bajo una sábana blanca que cubre parcialmente la desnudez de los maniquíes. Entre otros, vemos a Donald Trump, Taylor Swift, Rihanna, quien yace junto a su ex novio abusador Chris Brown. También aparece Ray-J, protagonista de una cinta sexual junto a Kim Kardashian, esposa de Kanye West. Además aparece Amber Rose, ex novia de Kanye y Bill Cosby, quien ha sido blanco de controversia por acusaciones de abuso sexual.
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Las opiniones acerca del video han sido tan extremas como sus imágenes. Las revistas especializadas se han referido a la obra con adjetivos como perturbador, brillante, sesudo, provocador, extraño y fascinante. Vincent Desiderio, pintor cuya obra “Sleep” inspiró el clip, lo consideró “brillante y atrevido”. Por otro lado, Lena Dunham, autora de la serie Girls, lo calificó como “enfermizo”.
Una interpretación del video podría apuntar a que es una reflexión contundente en torno a las implicaciones de la fama, acerca de la propiedad sobre el cuerpo y la identidad de los famosos y acerca de cómo la sociedad del entretenimiento ha fomentado una audiencia voyerista.
El movimiento de la cámara en Famous podría fácilmente representar ese escrutinio casi obsesivo al que los medios de comunicación y las redes sociales someten a las celebridades. El detenimiento con que la piel del cuerpo ficticio de estos famosos es enfocada, pareciera una imitación de la forma en la que descaradamente, tanto medios de comunicación como audiencia, husmean en la vida de estas personalidades. El video no provoca necesariamente un rechazo en el espectador. Pese a que no sabemos por qué estos cuerpos están juntos, desnudos e inconscientes en una cama, las imágenes tienen en su audiencia un efecto hipnotizador.
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Según el propio Kanye West, la intención del video es que “estuviera desprovisto de toda connotación sexual” y que “no está en contra o a favor de ninguna de estas personalidades, ya que fueron escogidas como parte de un gran rompecabezas cultural”. Sin embargo, es evidente que cada réplica está allí por una razón vinculada o no con la vida de Kanye, o por su alta notoriedad en los medios de comunicación, no sólo por sus logros profesionales, sino, en gran medida, por el nivel de exposición que su vida íntima tiene en los medios.
Según Dunham, “el video es misógino y la desnudez de estas celebridades ha sido puesta en pantalla para el mundo entero sin sus consentimientos”. Se rumora que Taylor Swift se siente horrorizada con las imágenes y humillada por la letra de la canción en la que Kanye se refiere a ella como objeto sexual. No obstante, ¿acaso la intimidad y los cuerpos de las celebridades no es puesta en pantalla para el mundo entero cada día sin su consentimiento? ¿Acaso la sociedad del entretenimiento no reduce sus cuerpos cada día a meros objetos sexuales?
La cinta sexual de Kim Kardashian vio la luz pública. Las fotos en las que Rihanna lucía las marcas de los golpes de Chris Brown le dieron la vuelta al mundo. Los detalles de las acusaciones de abuso sexual contra Bill Cosby han sido reportados por la prensa. Todo esto sin sus consentimientos y visto por el mundo entero en cualquier cantidad de pantallas. Entonces, resultaría lógico apuntar a que la intención del video de Kanye se fundamenta, en primer lugar, en criticar ese estado de indefensión en el que se encuentra la vida íntima de las celebridades, que en cualquier momento se vuelve carne para los perros del entretenimiento mediático. Quizá debido a esa indefensión, aparecen “dormidos” en el video. Por otro lado, Famous cuestiona a la audiencia, para que nos preguntemos cuál es el rol que ejercemos en este juego de la intimidad mediática y acerca de esa curiosidad morbosa y descarada que nos hemos acostumbrado a profesar por la vida íntima de los famosos.
Como adelanto del video, se publicó una foto de la ahora controversial secuencia de cama, en la que se reconocían a los famosos implicados. ¿Cuántos de los que han visto el video podrían negar que se apresuraron a verlo animados por la sensación de que en realidad iban a ver a todas estas celebridades desnudas, porque creían que eran reales?
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Se supone que el arte sea controversial, que cuestione y haga pensar, que incluso incomode e invite a su espectador a que revise sus conductas. El video de Kanye cumple con todos esos objetivos. Quizá su carácter perturbador se debe a que se refiere a un aspecto perturbador de nuestra sociedad, en este caso, ese afán por consumir la vida íntima de las celebridades. El video no implicaría entonces un detrimento de los cuerpos o la identidad de las celebridades que lo protagonizan, superior al que a diario padecen por cuenta de los medios de comunicación y de los espectadores. Vale la pena observar Famous como la pieza de arte que es y aceptar su invitación a revisar si también somos de aquellos voyeristas de la intimidad de los famosos.